Tabaco y Ron

Al tocar la aldaba, se abre la puerta y encuentra un recibidor solamente ocupado por un espejo, y frente a él, un sillón y una pequeña mesa. Sobre la mesa se encuentran varias cajetillas de cigarrillos, dos botellas de ron, un cenicero y un vaso. La puerta al vestíbulo esta cerrada con llave.

Él se pregunta para que sirve el espejo. El propósito del acomodo de los muebles de la habitación. Toma asiento, prende uno de sus cigarrillos, se sirve un trago, fuma de su cigarrillo y bebe. Una y otra vez repite esa misma rutina. Pasan dos tragos, tres tragos y después de media botella, él reflejo se torna contra él. Reclamo tras reclamo. Él no ha dejado ir el dolor, ni el coraje, ni el orgullo... al menos no todo. Sigue bebiendo, sigue fumando, eso no te salvará de ti mismo, la puerta no se abrirá hasta que decidas abrirla...

Él continua fumando hasta dejar solo la mitad de la segunda botella... Hasta que él se cansa de luchar contra él reflejo. Hasta que ha aceptado dejar todo atrás por el bien de las cosas, por el bien de ellos dos. De pronto, se escucha que el pestillo de la puerta hacia el vestíbulo se destraba.

Él toma la botella, se pone de pie y se acerca a la puerta, cigarrillo en mano. Toma lo que resta de licor de golpe, da tres fumadas, y acompañado por el destino, gira el pestillo y abre la puerta...